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Descargo de responsabilidad: Todo lo discutido en este episodio debe ser considerado como entretenimiento solamente y jamás como consejo de inversión. Nada de lo dicho aquí tiene un propósito de asesoramiento financiero o recomendación.

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Transcripción

Durante la Guerra de Independencia Española (años 1808-1814), muchas personas en España vieron la oportunidad de establecer un gobierno más liberal y representativo en lugar del absolutismo monárquico que había caracterizado la monarquía previa. En 1812, las Cortes de Cádiz promulgaron una Constitución, conocida como La Pepa, que establecía un gobierno parlamentario y limitaba los poderes del monarca. La búsqueda de libertad frente al que está en el poder, se llame este Carlos o Pedro, lo sustente un trono o unas cortes, parece que nos ocupa el día desde hace siglos. Cuando Fernando VII el Felón fue restaurado en el trono en 1814 después de la derrota de Napoleón, abolió la Constitución de 1812 y reinstauró el absolutismo monárquico. Persiguió a los liberales que habían apoyado la Constitución de 1812 y la causa liberal en general. Muchos liberales fueron arrestados, encarcelados, exiliados o ejecutados durante su reinado, especialmente durante el período conocido como el Ominoso Decenio (1823-1833), cuando Fernando VII gobernó con un gobierno ultraconservador y represivo.

Una víctima de este régimen, conocida por todos los egoístas adoradores de la libertad, es José María Torrijos, un destacado líder liberal y militar que luchó por la causa libertaria durante el reinado de Fernando VII. En 1831, Torrijos lideró una expedición con el objetivo de derrocar al gobierno absolutista de Fernando VII y establecer un régimen constitucional en España. Poco sabía Torrijos que la solución democrática no estaría exenta de peligros. Sin embargo, la expedición fue traicionada, y Torrijos y sus seguidores fueron capturados y ejecutados sin juicio en las playas de Málaga. Tan notoria fue esta muerte que el pintor Joan Gisbert pintó un cuadro retratando estos fusilamientos. El fracaso de Torrijos propició otra víctima mucho menos mediática que fue condenada a una pena mucho menos cruenta, pero cuyo impacto influyó en las vidas de todos los españoles.

Fernando VII, quien se mantuvo en el trono hasta 1833, promulgó el código de Minería de 1825. Este código, nacido como es menester con las mejores intenciones, buscaba modernizar la legislación minera en España y estimular el desarrollo económico a través de la explotación de sus recursos naturales. No obstante, como siempre ocurre, tanto esta ley como la que trató de mejorarla en 1849 contenían disposiciones que, en última instancia, limitaron el crecimiento de la industria del carbón en Asturias y en otras regiones de España. Víctima directa de esta legislación fue José María Queipo de Llano y Flórez. 

José María Queipo de Llano y Flórez fue un político, historiador y escritor español nacido el 25 de noviembre de 1786 en Oviedo, Asturias, y fallecido el 16 de septiembre de 1843 en París, Francia. A pesar de ir a descansar para siempre entre ellos, en su juventud se enfrentó a los franceses durante la ocupación y posterior guerra de independencia española. Fue miembro de las Cortes de Cádiz que redactaron la Constitución de 1812. Cuando Fernando VII fue restaurado en el trono en 1814 y abolió este texto, Queipo de Llano se unió a la resistencia liberal y fue arrestado y exiliado en varias ocasiones. Como asturiano y hombre ilustrado, Queipo de Llano comprendió la importancia del carbón para el desarrollo económico y la modernización de España. Durante su vida, entre exilio y exilio, promovió la explotación y el uso del carbón como fuente de energía en Asturias. Con este fin promovió la fundación de la Real Compañía Asturiana de Minas en 1833 dedicada a la extracción de carbón, empresa de éxito aunque escaso debido a los problemas logísticos y la falta de inversión derivados en parte del pésimo marco legal español. Cuestión aún en boga estos días.

Queipo y la Compañía de Minas fueron víctimas directas de la mala gestión estatal del monarca español y los que le sucedieron. Víctimas indirectas fueron los españoles. Se estima que entre el año 1750 y el 1900, es decir, el período en que se vivió la revolución industrial en el norte de Europa, en España se pasó de 9-10 millones de habitantes a 20, un por dos nada excitante para nosotros que venimos de Bitcoin. En otros países como Inglaterra o Alemania se pasó de 7 a 41 millones y de 16 a 68 millones, respectivamente. Un por 6 y un por 4 mucho más respetable. Tengamos en cuenta que esto no se puede achacar a un desinterés general de los españoles por tener hijos, los españoles tenemos hijos como los que más cuando las circunstancias son correctas, como hace cualquier otro animal. La principal razón detrás de las pocas vidas creadas en España en esa época se encuentra en la infinitamente menor capacidad energética de esta región en comparación con sus vecinos del norte. Tomando como fecha el año 1880, ya bien entrada la revolución industrial y siendo entonces por todos conocido el valor del carbón como fuente de energía frente a las demás opciones, vemos que la producción de carbón en el Reino Unido fue de aproximadamente 146 millones de toneladas métricas; Alemania, por su parte, produjo en ese año unos 48 millones de toneladas métricas. España? 2 millones. Y gracias a gente como Queipo de Llano. Si no, todos quemando árboles para pasar el invierno. Estas cifras ilustran la disparidad en la producción de carbón entre Inglaterra, Alemania y España. Los dos primeros lideraron la producción de carbón en Europa, lo que les permitió impulsar su crecimiento económico y su proceso de industrialización. España tuvo una producción mucho menor, lo que refleja su posición rezagada en términos de desarrollo industrial durante la Revolución Industrial. Tengamos en cuenta que en este período, la producción y el consumo de energía estaban estrechamente relacionados, ya que las redes de transporte y distribución de energía no estaban tan desarrolladas como lo están hoy en día. España producía y por tanto consumía mucha menos energía, por eso sus ciudadanos vivían peor, es decir, tenían peor acceso a las cosas que demandaban. 

Como diría el New York Times: Spain was gasping for electricity, España necesitaba electricidad a gritos. Con esta frase, cambiando “España” por “Texas” abría el periódico NYT una edición reciente. Continuaba relatando como: “La tormenta invernal Uri había dejado sin electricidad a las centrales eléctricas de todo el estado, dejando decenas de miles de hogares en una oscuridad helada. A finales del 14 de febrero de 2021, casi 40 personas habían muerto, algunas a causa del frío glacial.” Con esta triste entradilla comienza el NYT un artículo en el que culpa a la industria de la minería de Bitcoin de los costes energéticos tan elevados que llevaron a la muerte de esos 40 desgraciados. Apelar a la muerte tiene esa capacidad de mover incluso a las personas de corazón más pétreo, conozco el alcance de esta táctica y por eso yo también la he usado. Mientras que el NYT habla de los recientemente fallecidos texanos, yo me refería a los millones de españoles no nacidos entre el siglo XVIII y XIX porque no podían sustentarse. En cierta medida, tanto la editorial del NYT como yo nos encontramos tristes porque los humanos no puedan disfrutar de una energía más abundante, si bien no estamos de acuerdo en la base del problema. Ellos proclaman, como Torrijos hace 200 años, que se libere a los americanos del yugo de la minería de Bitcoin y sus incentivos pues solo así habrá suficiente energía para todos. Yo creo que están cayendo en una trampa tan burda como la que acabó con Torrijos frente al fusil.

Las críticas a la minería de Bitcoin del artículo publicado en el NYT se centran en tres puntos:

  1. Incrementan el precio de la energía. Al haber más demanda, explican, hay que distribuir la misma energía entre más agentes, lo cual lleva a precios más elevados. Cito: “En Texas, donde 10 de las 34 minas están conectadas a la red estatal, el aumento de la demanda ha provocado un incremento de la factura eléctrica de casi el 5%, es decir, 1.800 millones de dólares al año, según una simulación realizada para The Times por la empresa de consultoría e investigación energética Wood Mackenzie.” La consultora en cuestión es una cuyo objeto de marca es: “Transformar la manera en que energizamos el planeta” y es una subsidiaria de otra empresa llamada Verisk que provee datos que “ayudan a los negocios, la gente y las sociedades a ser más fuertes y sostenibles.” Tengamos esto en cuenta al analizar los datos que nos ofrecen. 
  2. Incentivan el uso de combustibles fósiles. Como su demanda es constante, si la energía viene del carbón les va tan bien como si viene de la eólica. Cito: “Mediante una técnica conocida como análisis de emisiones marginales, WattTime examinó la ubicación de cada mina y su consumo de energía, identificó qué tipos de centrales eléctricas habían generado la energía adicional necesaria y calculó la contaminación resultante. Este método, y WattTime en particular, fueron recomendados en un informe del Crypto Climate Accord, una iniciativa para reducir la huella de carbono de la industria apoyada por más de 200 empresas de criptomonedas. El análisis concluyó que el consumo energético de las 34 minas provocaba casi 16,4 millones de toneladas de contaminación por carbono al año.” De nuevo, merece la pena visitar las respectivas páginas web de WattTime y Crypto Climate Accord. La primera, es una organización sin ánimo de lucro (financiada por empresas verdes, entonces) cuyo slogan es: “El poder de elegir energía verde”. Una visita a la web de Crypto Climate Accord nos abofetea con un texto enorme que lee: “Hagamos cripto verde” y está patrocinada por todos los logos de blockchains de proof of stake y por Acciona, curiosamente. De nuevo, algo a tener en cuenta a la hora de tomarse ese cálculo de CO2 emitido al año. 
  3. Se aprovechan del sistema. Los políticos en su infinita sabiduría crearon un sistema energético y los mineros se benefician de él causando estragos en la población. Cito: “Su enorme consumo de energía, combinado con su capacidad de apagarse casi instantáneamente, permite a algunas empresas ahorrar dinero y ganar dinero tirando hábilmente de las palancas de los mercados eléctricos estadounidenses. Muchos mineros de Bitcoin en Texas se hayan inscritos en el Responsive Reserve Service, un programa de la red eléctrica de Texas que ofrece una forma de reducir rápidamente la tensión si la red se sobrecarga, actuando como un seguro contra los apagones. El programa paga a las mineras, y a otras empresas, por prometer que dejarán de consumir electricidad si se les solicita. En realidad, rara vez se les pide que dejen de consumir electricidad, pero aun así se les paga por hacer la promesa. Otros grandes consumidores de energía, como fábricas y hospitales, no pueden reducir su consumo de forma tan rutinaria o drástica sin graves consecuencias.” En el Responsive Reserve Service entran una serie de recursos, como generadores de energía que pueden reducir su consumo de energía en momentos de necesidad, que están disponibles para responder rápidamente en caso de una disminución en la frecuencia de la red o una pérdida de capacidad de generación. Es un servicio fundamental para evitar apagones y garantizar la continuidad del suministro de energía a los consumidores.

 

Tengo entendido que en Argentina el hígado de ternera lo regalan. Es tal la producción de carne que los cortes menos demandados, como el hígado o los filetes más correosos, no tienen un mercado. Son como el aire que respiramos, gratis. Un aire que no disfrutarías pero que puede resultar igual de gratuito es el gas natural. EE.UU. tiene tal exceso de gas natural que los productores queman una cantidad significativa para mantener la producción de petróleo, aproximadamente 11 mil millones de metros cúbicos al año se queman o ventean. Resulta que los yacimientos de petróleo extraídos por medio del fracking, el llamado “shale oil”, traen como subproducto metros cúbicos en cantidad de gas natural que no quiere nadie. El gas natural americano es el hígado argentino. Sin embargo, no es este un problema únicamente estadounidense. Las regiones petroleras con mayor intensidad de combustión o venteo de gas se encuentran en EE.UU., Oriente Medio, la Siberia rusa y África. Por países, Rusia es el que más gas quema, con unos 25.000 millones de metros cúbicos de gas al año. 

Si el yacimiento petrolífero está situado cerca de núcleos de población, podría ser económicamente viable construir gasoductos y transportar el gas para utilizarlo como electricidad o calefacción. Pero en muchos yacimientos petrolíferos no es así. El productor de petróleo opta entonces por despachar el gas de la manera más rentable, que es simplemente quemándolo en un proceso llamado quema de gas. Si un coche típico emite unas 4,6 toneladas de dióxido de carbono al año, estas emisiones de la quema de gas equivaldrían a más de 100 millones de coches. Curioso dato porque de acuerdo a WhatTime, la consultora que usa el NYT en su artículo, el incremento en el uso de energía causado por los mineros se estima en el equivalente a 3.5m de coches rodando. 

¿Por qué se extrae tanto gas que no tiene demanda? Por la misma razón que se mata un ternero a pesar de que su hígado no lo quiera nadie. Hay otros cortes, otras partes de ese ternero, que hacen la crianza rentable. El precio del petróleo hace que se produzca en abundancia y si viene con gas, pues bueno, eso va a la basura y listo. Que estos  yacimientos de petróleo vengan con gas de regalo espero te hagan pensar en el coste para la ciudadanía de la prohibición del fracking en la Unión Europea. Hay incentivos de sobra para la producción de petróleo, al menos en países racionales, pero no tantos a hacer algo con el gas sobrante. Se plantea, claro, la posibilidad de crear gasoductos o fábricas pesadas colocadas a la vera del yacimiento para aprovechar esa energía gratis. Ambos planes requieren de aprobación, inversión y años. Minar Bitcoin ofrece un incentivo, una solución buena, bonita y barata. Usando mineros, el gas natural en lugar de quemarse al viento se bombea a un generador, donde arde en un entorno controlado para producir electricidad. Esta electricidad se utiliza para alimentar los mineros de bitcoin y ganar dinero con algo que antes solo era un centro de costes.

Claro que no todas las industrias se preocupan tanto por los costes. En Texas, como en tantos otros países, el sector de las energías renovables se halla fuertemente subvencionado lo cual provoca situaciones curiosas. Como explica un informe de Arcane: “En Estados Unidos, los parques eólicos reciben créditos fiscales federales a la producción de hasta 25 dólares por MWh producido. Un productor eólico que reciba estos créditos fiscales está incentivado para ofertar la energía a la red a -24 dólares por MWh (pues aún a ese precio gana un dólar). Estos créditos fiscales a la producción han aumentado la prevalencia de los precios negativos de la energía en Estados Unidos, especialmente en Texas. El oeste de Texas tiene 24 G.W. de capacidad de generación eólica y 7 G.W. de solar, pero una carga media de sólo 6 G.W. (una demanda media), lo que significa que la mayor parte de esta energía no puede consumirse localmente y debe transportarse hacia el sudeste, donde está la demanda.“ Una situación muy parecida a la que ocurre con el gas natural. Un exceso de oferta con el que no se puede hacer nada útil y que si no se emplea reduce los incentivos a una mayor generación de energía. Claro, podrías subvencionar esta o cualquier otra energía para siempre, pero como es obvio, no es una solución sostenible. Como alerta Arcane: “La creciente cuota de energía eólica y solar hará que se desperdicie más energía debido a la naturaleza variable de la producción de energía renovable. El derroche de energía es un riesgo que, si no se mitiga, puede amenazar la economía de las energías y limitar su crecimiento.”

Llegados aquí, podemos leer la versión de Arcane de la tormenta invernal que ocurrió en Texas acabando con la vida de 40 personas. Arcane es el brazo analítico de una empresa de activos digitales llamada K33, para que también lo tengas en cuenta al escucharla. Cito: 

“Del 13 al 19 de febrero, una fuerte tormenta invernal azotó Texas. ERCOT (el regulador energético de este estado) no se había preparado para semejante evento y la tormenta provocó cortes generalizados de generación y suministro de gas natural. La combinación de los cortes de generación y el aumento vertiginoso de la demanda de electricidad de los hogares que necesitaban calefacción provocó un grave desequilibrio entre la oferta y la demanda. Durante la tormenta, el precio medio de la electricidad en ERCOT fue de 5.972 dólares por MWh, muy por encima de los ingresos de la minería de bitcoin por MWh de 480 dólares. Los incentivos económicos son claros: un minero de bitcoins que no apagara sus máquinas durante la tormenta invernal habría gastado casi diez veces más en electricidad de lo que esta le habría reportado en ingresos.” De acuerdo a esta versión, los mineros apagaron sus máquinas no por no competir con los hogares necesitados de electricidad ni porque el gobierno les pagase, sino simplemente porque no es rentable para un minero operar cuando hay mucha demanda de energía y el precio por MWh es elevado. 

Ed Hirs, profesor de economía de la energía en la Universidad de Houston, no está conforme con esta visión de la minería de bitcoin. "Irónicamente, cuando la gente paga más por su electricidad o la pierde por completo, las mineras ganan dinero revendiendo energía a los tejanos a precios 100 veces superiores a los que pagaban". Y estoy con Ed. Comprendo que los mineros se lucren en momentos de alta demanda porque pagan por esta posibilidad. Igual que cuando cae el precio de una acción habrá gente que se lucre con esta desgracia. 

Lo que no entiende Ed, ni nadie que critique este aspecto de la minería de Bitcoin, es que el que compra algo por adelantado, el malquerido especulador, asume un riesgo y es justo que se le remunere si acierta. Si alguien se compra todas las botellas de agua en enero confiando en que va a ser un año de sequías, las guarda y, tras acertar, las vende más caras en agosto, no está causando un daño. Al revés, te está dando agua en un momento de carestía. Deberías darle las gracias y lo que te pida. 

Hay una última cita del artículo del NYT que nos devuelve al triste siglo XIX en España. Jesse Jenkins, profesor de Princeton, afirma: “Están añadiendo cientos de megavatios de nueva demanda cuando ya nos enfrentamos a la necesidad de reducir rápidamente la energía fósil". Efectivamente, Jesse, la minería de Bitcoin añade demanda y eso es bueno. Cualquiera que haya montado un negocio rentable alguna vez sabe que primero se vende y luego ya se hace todo lo necesario para llevar a cabo la venta. Nadie se pone a montar centrales energéticas por amor al arte. Por amor al dinero sí. Bitcoin es un demandante constante de energía, un actor que de haber existido entonces habría permitido a España desarrollar su infraestructura del carbón mucho antes y que en 150 años no creciera su población en tan solo 10 millones sino en decenas de millones. Un demandante de energía como Bitcoin es como Homer paseando por la feria con los billetes en la mano esperando a que alguien le ofrezca lo que sea a cambio de esos billetes. 

Queipo de Llano luchó en su día por la industria del carbón contra un monarca absoluto y francamente obtuso en cuanto a la generación de riqueza. 200 años después, muchos otros están en la pelea por la energía contra personas, de nuevo francamente obtusas, que opinan que usar energía es malo y debemos evitar cualquier incentivo a su desarrollo. Podrán argumentar que lo que quieren es empujar un tipo de energía y lastrar otro, como vemos con los subsidios a las renovables, pero en mi opinión, ningún argumento a favor de empeorar y limitar las vidas de las personas hoy para intentar prevenir un potencial impacto negativo futuro se sostiene (siendo “intentar”, “potencial” y “negativo” palabras destacadas de esa frase). Además, como vemos con el gas natural, parece que la emisión de CO2 sea un problema más o menos grave en función de quién sea el actor que participe en ella.

Por suerte, los incentivos de Bitcoin no solo han llevado al precio a donde está, sino también a la minería a ser el sector enorme que es hoy día. Los incentivos siempre ganan, como demostró la carrera por el carbón.